Lo he visto en Bolivia. Hablamos del cambio climático y del calentamiento global pero en pocas ocasiones tenemos delante un ejemplo demoledor de sus efectos y consecuencias. Pues hoy lo he visto: el cambio climático ante mis ojos. Muy perturbador.

Esto es (era) la bahía de Cohana, en la cuenca del Katari, río que desemboca en el gran lago Titicaca. Está en Bolivia, a pocos quilómetros de El Alto, la gran ciudad nacida al rebufo de La Paz, justo donde surge el altiplano, que cumple sólo 24 años y que hoy ya concentra a un millón de personas, con un crecimiento anual del 5-7% de su población...
Pues bien, lo que en los años 90 era un precioso lago menor del Titicaca en el que sus habitantes aymaras cruzaban de punta a punta en pequeñas embarcaciones y pescaban, ahora es una pequeña lengua de mar que sólo crece con las lluvias y que prácticamente desaparece cuando no llueve.

Los glaciares de la Cordillera Real que alimentan los ríos llevan menos agua y retroceden años tras año, y así en Cohana sus habitantes se han visto obligados a abandonar la pesca y pasarse a la ganadería. Producen carne para alimentar al millón de personas de El Alto. Consecuencia: mucha más contaminación para el lago. Las 35.000 reses de la zona contaminan más que toda la población de El Alto. Si a eso sumamos los productos químicos que vierte la industria minera de la zona, el panorama es desolador. Menos agua y mucho más contaminada, hasta el punto de que los habitantes de Cohana no suelen desvelar el origen de sus productos por temor al rechazo de la contaminación de sus aguas.
A pocos días de Copenhaguen, de la cumbre sobre el cambio climático, hay que dejar bien claro que esto no es un juego ni una broma. Países como Bolivia, que emite sólo el 0,3% del dióxido de carbono mundial, son de los más castigados por los efectos del calentamiento global, hasta el punto de ver amenazado seriamente el futuro suministro de agua de dos millones de personas en La Paz y El Alto. Y de cargarse ecosistemas y modificar usos económicos ancestrales de la población de Cohana. Lo dicho, todo muy inquietante, y ante mis asustados ojos.
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