Mujeres africanas construyen la paz

Siento predilección por las mujeres del Sur valientes. Me parecen un magnífico ejemplo de la lucha por la dignidad del ser humano, del progreso de las personas, de la fuerza de la palabra frente al odio, la violencia o la intolerancia. En su día hablé de Marguerite Barankitse, Shirin Ebadi; Wangari Maathai, Iman Jamas o Nawal El Sadaawi. Todas ellas con realidades muy distintas pero con algún rasgo común: son del Sur, están comprometidas en una lucha de libertades, no se arrugan... Y lo más importante, convencen y despiertan una sincera admiración...

Y es que son tantas y se habla tan poco de ellas. Podríamos analizar la poca presencia femenina en los medios, pero en el caso del trabajo por la paz, de la resolución de conflictos, de la lucha por los derechos humanos, del ámbito de los ONG, su silenciamiento roza el insulto. Y si son del Sur, peor aún.

El Sur también existe, dicen. Claro que sí. Y sus mujeres también: abogadas, políticas, activistas pro derechos humanos, dirigiendo asociaciones de víctimas... Leer más...

Os presento a Sabine Sabimbona. Ella es de Burundi, país vecino de Ruanda, que también se vio salpicado por la violencia entre hutus y tutsis a mediados de los 90. Ha estado en Barcelona para contar el papel clave de la mujer de Burundi en el proceso de construcción de paz y de reconciliación de su país en los últimos años.

Algo en lo que ha tenido mucho que ver la dotación de mecanismos para que las mujeres de Burundi obtengan cuotas de representación en el poder político y más visibilidad en otros sectores de la sociedad.Aunque inicialmente fueron excluidas de las conversacions de paz y de las rondas negociadoras, gracias a la mediación del omnipresente Nelson Mandela, fueron finalmente aceptadas como observadoras y se las escuchó.

Se abrió la puerta así a importantísimas aportaciones quue revirtieron luego en un buen acuerdo de paz para Burundi. Consiguieron el 30% de representatividad en el gobierno y parlamento de su país, arrancaron una política nacional de género y que la violación fuera considerada como crimen de guerra.

África es algo más que odio interétnico, tribus, hambre, violencia, clanes... Hay una sociedad civil emergente que necesita romper su silencio y demostrar al mundo que, lenta pero firmemente, se pueden conseguir logros importantes. África puede, y ¡debe! despertar, gracias, entre otros, a sus mujeres, fuertes, valientes...