Fisk
Estos días ha visitado España Robert Fisk, corresponsal en Oriente Próximo desde hace más de 30 años. Crítico acérrimo del presidente de su país, Blair, y de Bush y de todos los que nos lanzaron a la maldita guerra de Irak, la verdad es que el hombre recibe muchos palos, pero también encendidos elogios.
Quién lo lea asiduamente verá que el paso del tiempo le va dando la razón. Se burló de la existencia de las armas de destrucción masiva que la Santísima Tinidad de las Azores insistieron en hacernos creer. Y ahí está: nada de nada. Dijo que la guerra de Irak no terminó cuando Bush aterrizó en el portaviones. Que, al revés: empezaba entonces. Y la dramática rutina de muerte, terrorismo y sangre no deja de golpear a Irak (tres años después, ojo...). Leer más...
Fisk está de gira, presentando un pedazo de libro La gran guerra de la civilización (nunca mejor dicho, 1.500 páginas...). Asusta leerlo, pero prometo comprármelo a ver si con un poco de rutina lectora obligada lo termino antes de verano. En una interesante entrevista a La Vanguardia, Fisk lanza frases de esas que estremecen por contundentes pero honestas, llenas de ese nervio del periodismo auténtico y tocapelotas con el poder que comentaba ayer. Ahí van: "El problema de nuestros líderes es que no leen... y algo mucho más serio: nunca han estado en una guerra. No han vivido de forma personal el drama que genera toda guerra".
"Cuando hace treinta años empecé a informar sobre Oriente Medio, escribía frase tras frase, muy seguro de lo que decía. En las crónicas más recientes, un 30% de las frases acaban con interrogantes".
"La palabra terrorismo ya no tiene ningún significado. ¿Qué significa la guerra contra el terrorismo? Es una palabra que no sirve porque sólo nos permite decir "vamos a dar una respuesta militar", y esta respuesta no funciona".
Y la mejor para mí, algo de sentido común y que suelo comentar con los que opinan de la difícil resolución del conflicto Israel-Palestina: "La solución es que se cumpla la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU: retirada de Israel de los Territorios Ocupados. Los asentamientos deben desaparecer". Más claro, el agua.
Quién lo lea asiduamente verá que el paso del tiempo le va dando la razón. Se burló de la existencia de las armas de destrucción masiva que la Santísima Tinidad de las Azores insistieron en hacernos creer. Y ahí está: nada de nada. Dijo que la guerra de Irak no terminó cuando Bush aterrizó en el portaviones. Que, al revés: empezaba entonces. Y la dramática rutina de muerte, terrorismo y sangre no deja de golpear a Irak (tres años después, ojo...). Leer más...
Fisk está de gira, presentando un pedazo de libro La gran guerra de la civilización (nunca mejor dicho, 1.500 páginas...). Asusta leerlo, pero prometo comprármelo a ver si con un poco de rutina lectora obligada lo termino antes de verano. En una interesante entrevista a La Vanguardia, Fisk lanza frases de esas que estremecen por contundentes pero honestas, llenas de ese nervio del periodismo auténtico y tocapelotas con el poder que comentaba ayer. Ahí van: "El problema de nuestros líderes es que no leen... y algo mucho más serio: nunca han estado en una guerra. No han vivido de forma personal el drama que genera toda guerra".
"Cuando hace treinta años empecé a informar sobre Oriente Medio, escribía frase tras frase, muy seguro de lo que decía. En las crónicas más recientes, un 30% de las frases acaban con interrogantes".
"La palabra terrorismo ya no tiene ningún significado. ¿Qué significa la guerra contra el terrorismo? Es una palabra que no sirve porque sólo nos permite decir "vamos a dar una respuesta militar", y esta respuesta no funciona".
Y la mejor para mí, algo de sentido común y que suelo comentar con los que opinan de la difícil resolución del conflicto Israel-Palestina: "La solución es que se cumpla la resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU: retirada de Israel de los Territorios Ocupados. Los asentamientos deben desaparecer". Más claro, el agua.
Etiquetas: Guerra y paz, Reflexiones
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