Fallida historia del milenio
La 2 de TVE estrenó ayer por la noche Historias del Milenio, un conjunto de ocho documentales que emitirá los miércoles "para contar historias de lucha contra la pobreza" vinculadas a los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). La serie cuenta con el apoyo y la colaboración de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). En un comunicado, la AECID detalla la intención de la serie: "contar historias a través de las personas que hacen posible el cambio".
Los protagonistas de la primera entrega de la serie viven en una zona rural maya de Guatemala. Juan e Irma Mendoza y sus 10 hijos sobreviven con menos de un dólar al día, en una región donde la supervivencia depende de la cosecha de maíz. En un control médico descubren que su hijo pequeño, Elmer, sufre malnutrición y necesita tratamiento urgente.
A partir de aquí vemos como los padres ingresan al pequeño en un hospital para que sea tratado, como retornan tras 13 años de alejamiento a la iglesia evangélica de la comunidad: "al redil", cual ovejas descarriadas, como tristemente les regaña en público el pastor... Se nos despliega entonces una historia muy dramática y emotiva en la que lo único que percibimos es una familia golpeada por la pobreza pero sin apenas un atisbo de que van a superar esta situación. Las escenas de la iglesia y la visita del pastor son bastante elocuentes: sólo les queda rezar y pedir a Dios.
Los hijos mayores emigran a Honduras para poder trabajar, la mujer ni abre la boca, el padre apenas reacciona… En fin, todo lo contrario a mostrar "las personas que hacen posible el cambio" y sin entender muy bien que este documental sea "comunicación para el desarrollo", como lo etiqueta la AECID en su comunicado, porque se limita a describir y fotografiar una imagen mil veces repetida y estereotipada del Sur empobrecido, pasivo, sumiso, miserable, dependiente de la ayuda, conformista, ignorante... Leer más...
Está claro que, tristemente, la de la familia Mendoza es una realidad que existe y que no debemos ocultar. Pero lo que sí es discutible es la intención del documental de TVE y más si su propósito inicial es mostrarnos a las personas que desean y persiguen el cambio. Sabemos que la realidad de estos países y familias es muy dura, pero ¿es necesario siempre insistir en ello? ¿No podemos invertir el tratamiento documental a esta realidad? Claro que sí.
Podemos, por ejemplo, mostrar a gente o comunidades que se organizan, que luchan, que crean cooperativas de producción agrícola, que apuestan por modelos alternativos de producción de alimentos en el campo siguiendo, por ejemplo, la vía de la soberanía alimentaria... Podemos explicar por qué la familia Mendoza es pobre en Guatemala (no es casualidad ni una situación irreversible ni perpetua); podemos analizar por qué un Estado como Guatemala, controlado por los ladinos de origen europeo, ha excluido sistemáticamente a una población indígena maya que suma casi el 50% de su población. En el documental no aparece ni un solo dato de contexto o de explicación de las causas de esta terrible situación, o del conflicto armado interno de más de 36 años, o de unos acuerdos de paz de 1996 que casi 15 años después no se despliegan para eliminar las desigualdades que precisamente originaron el conflicto; o del triunfo de la impunidad criminal en un Estado casi fallido en términos de justicia (Guatemala está intervenido judicialmente por la ONU…)
Si no se cuenta algo de esto, no hay manera de acercarnos lo más mínimo a la nocíón de comunicación para el desarrollo. Veremos como evoluciona la serie en las siete entregas siguientes pero me parece que la cosa no pinta muy bien… Y es decepcionante que la AECID apoye un producto documental como este, que retrata el miserabilismo de la pobreza pero no apunta ninguna vía de escape, ni habla de cooperación, ni de empoderamiento, ni de ampliación de derechos… prácticamente de nada, excepto la recreación de la foto de la pobreza extrema.
Los autores del documental explican lo que pasó cuando se encontraron cara a cara con la familia Mendoza, y es muy ilustrativo: "(…) Lo primero que pensaron fue: son blancos y extranjeros, seguro que traen ayuda. La comunicación fue difícil. Nosotros intentábamos hablar de justicia social, de derechos, de democracia, ellos bastante tenían con pensar en el momento". Y ese es el problema ¿En qué iban a pensar? Bastante tienen con su drama personal… Era responsabilidad de los autores del documental identificar previamente y dar con esas personas del Sur que sí hablan de justicia social, de derechos, de democracia, de superación de la pobreza, de lucha... para mostrar la auténtica cara de la superación de la pobreza, porque, aunque en estas Historias del Milenio de La 2 no lo vemos y se empecinan en repetir estereotipos, en el Sur estas personas existen. Por eso la serie es, como mínimo y por ahora, claramente fallida en intención y resultado.
Los protagonistas de la primera entrega de la serie viven en una zona rural maya de Guatemala. Juan e Irma Mendoza y sus 10 hijos sobreviven con menos de un dólar al día, en una región donde la supervivencia depende de la cosecha de maíz. En un control médico descubren que su hijo pequeño, Elmer, sufre malnutrición y necesita tratamiento urgente.
A partir de aquí vemos como los padres ingresan al pequeño en un hospital para que sea tratado, como retornan tras 13 años de alejamiento a la iglesia evangélica de la comunidad: "al redil", cual ovejas descarriadas, como tristemente les regaña en público el pastor... Se nos despliega entonces una historia muy dramática y emotiva en la que lo único que percibimos es una familia golpeada por la pobreza pero sin apenas un atisbo de que van a superar esta situación. Las escenas de la iglesia y la visita del pastor son bastante elocuentes: sólo les queda rezar y pedir a Dios.
Los hijos mayores emigran a Honduras para poder trabajar, la mujer ni abre la boca, el padre apenas reacciona… En fin, todo lo contrario a mostrar "las personas que hacen posible el cambio" y sin entender muy bien que este documental sea "comunicación para el desarrollo", como lo etiqueta la AECID en su comunicado, porque se limita a describir y fotografiar una imagen mil veces repetida y estereotipada del Sur empobrecido, pasivo, sumiso, miserable, dependiente de la ayuda, conformista, ignorante... Leer más...
Está claro que, tristemente, la de la familia Mendoza es una realidad que existe y que no debemos ocultar. Pero lo que sí es discutible es la intención del documental de TVE y más si su propósito inicial es mostrarnos a las personas que desean y persiguen el cambio. Sabemos que la realidad de estos países y familias es muy dura, pero ¿es necesario siempre insistir en ello? ¿No podemos invertir el tratamiento documental a esta realidad? Claro que sí.
Podemos, por ejemplo, mostrar a gente o comunidades que se organizan, que luchan, que crean cooperativas de producción agrícola, que apuestan por modelos alternativos de producción de alimentos en el campo siguiendo, por ejemplo, la vía de la soberanía alimentaria... Podemos explicar por qué la familia Mendoza es pobre en Guatemala (no es casualidad ni una situación irreversible ni perpetua); podemos analizar por qué un Estado como Guatemala, controlado por los ladinos de origen europeo, ha excluido sistemáticamente a una población indígena maya que suma casi el 50% de su población. En el documental no aparece ni un solo dato de contexto o de explicación de las causas de esta terrible situación, o del conflicto armado interno de más de 36 años, o de unos acuerdos de paz de 1996 que casi 15 años después no se despliegan para eliminar las desigualdades que precisamente originaron el conflicto; o del triunfo de la impunidad criminal en un Estado casi fallido en términos de justicia (Guatemala está intervenido judicialmente por la ONU…)
Si no se cuenta algo de esto, no hay manera de acercarnos lo más mínimo a la nocíón de comunicación para el desarrollo. Veremos como evoluciona la serie en las siete entregas siguientes pero me parece que la cosa no pinta muy bien… Y es decepcionante que la AECID apoye un producto documental como este, que retrata el miserabilismo de la pobreza pero no apunta ninguna vía de escape, ni habla de cooperación, ni de empoderamiento, ni de ampliación de derechos… prácticamente de nada, excepto la recreación de la foto de la pobreza extrema.
Los autores del documental explican lo que pasó cuando se encontraron cara a cara con la familia Mendoza, y es muy ilustrativo: "(…) Lo primero que pensaron fue: son blancos y extranjeros, seguro que traen ayuda. La comunicación fue difícil. Nosotros intentábamos hablar de justicia social, de derechos, de democracia, ellos bastante tenían con pensar en el momento". Y ese es el problema ¿En qué iban a pensar? Bastante tienen con su drama personal… Era responsabilidad de los autores del documental identificar previamente y dar con esas personas del Sur que sí hablan de justicia social, de derechos, de democracia, de superación de la pobreza, de lucha... para mostrar la auténtica cara de la superación de la pobreza, porque, aunque en estas Historias del Milenio de La 2 no lo vemos y se empecinan en repetir estereotipos, en el Sur estas personas existen. Por eso la serie es, como mínimo y por ahora, claramente fallida en intención y resultado.
Etiquetas: Comunicación, Cooperación al desarrollo
4 Comentarios:
brillante análisis...
anotó Montse Santolino, a las 12:36 a. m.
Ups, gràcies Montse, suposo que ho veus més o menys de la mateixa manera, no?
anotó Dani Vilaró, a las 8:31 p. m.
Hola a todos, soy Miryam Pedrero directora de la serie Historias del Milenio. Agradezco vuestro punto de vista y me gustaría explicaros en nuestro.
Después de años trabajando en una redacción de informativos te das cuenta del comportamiento de la audiencia; cambian de canal para no saber que ocurre realmente en el mundo.
Historias del Milenio no pretende explicar una situación geopolítica, Historias del Milenio pretende, sin intermediarios, que el espectador y las personas que están al otro lado de nuestro mundo se miren a los ojos. Saber del otro, sentir al otro es el primer paso para que el mundo se mueva en la dirección correcta... después vendrán las explicaciones e informaciones en profundidad. Historias del Milenio apuesta por los seres humanos, es el camino que hemos elegido para aportar nuestro grano de arena... solo el ser humano podrá lograr el cambio.
PD: Enhorabuena por vuestro blog.
anotó miryam, a las 7:19 p. m.
Hola Miryam, gracias por tu comentario y explicación. No quiero que veas en mi apunte una opinión 'destructiva', pero es que yo creo que precisamente porque la audiencia no tiene muchas oportunidades de acceder a información de los países del Sur, creo que tenemos que ir más allá de lo que tradicionalmente se nos ha ofrecido. Para mí, es esencial (sin ocultar la realidad) mostrar historias positivas de superación de la pobreza y, sobre todo, dar voz a la gente y organizaciones del Sur, que trabajan, se organizan, y no están cruzados de brazos esperando la "ayuda" internacional. Creo que para cambiar el Sur tenemos que cambiar primero nosotros nuestra percepción de esos países y eso pasa por romper la imagen miserabilista y potenciar la de "gente que se mueve". Sólo así entenderemos que la pobreza no es únicamente un tema de recursos sino de derechos, capacidades, empoderamiento... No podemos hablar por ellos, debemos oír su voz para que ellos mismos sean responsables de su "desarrollo". De todos modos, Miryam, agradezco la serie porque al menos se habla de pobreza en un canal de televisión, y eso ya es mucho. Un saludo,
anotó Dani Vilaró, a las 10:24 a. m.
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