Entre los Simios

22/7/09

Discurso

Cuando la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, dice que "todos los políticos de este país, del primero al último, reciben regalos" y lo ve normal, no se ruboriza, y nadie a su alrededor reacciona (periodistas, la mayoría), me siento un marciano.

Por eso me parece oportuno y aleccionador recuperar el discurso del fotoperiodista Gervasio Sánchez durante la entrega de los premios Ortega y Gasset. Sánchez fue premiado en mayo por una de las fotografías de la espléndida serie Vidas Minadas. En su discurso, y en presencia de la vicepresidenta del Gobierno, ministras y ministros, exministros, la presidenta de la Comunidad de Madrid, el alcalde de Madrid, el presidente del Senado y demás clase política, Sánchez dijo lo que sigue:

"Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.

Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.

Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabricamos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.

Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.

Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte".


La clase política está poco acostumbrada a escuchar baños de realidad como los del discurso de Gervasio Sánchez y sí a recibir masajes por doquier. Por eso las palabras del fotoperiodista saben a gloria. Y, aunque ni ellos y ellas lo entiendan, sí son un auténtico regalo a sus señorías. Y a los que creemos que el periodismo, y l@s periodistas, siempre deberían buscar la verdad y no dorar la píldora al poder.

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