Rap desde la selva
Desde Cacarica, Chocó, Colombia. Son cinco jóvenes entre los 20 y los 30: Henry, Pacho, Onel, Amin y Ali. Son el grupo de rap Los Renacientes, surgido en 1999 para denunciar y contar al mundo la realidad de la población desplazada por el conflicto en Colombia. Son afrocolombianos y me cuentan de dónde vienen, y su proyecto musical y de vida.
En 1997 una operación militar con apoyo de grupos paramilitares atacó a sus comunidades bajo la acusación de dar apoyo a la guerrilla: murieron casi un centenar de personas, brutalmente, con motosierras, a machetazos... Más de 10.000 huyeron de la violencia en la zona. La población damnificada se constituyó en organización, CAVIDA (Comunidades de Autodeterminación y Vida), que desde entonces trabaja para conseguir reparación moral y económica y para retornar a sus tierras. Algunos lo hicieron en 2000 y declararon dos zonas humanitarias, exclusivamente para población civil. Hoy día sigue el hostigamiento porque el gobierno colombiano planea que por sus tierras pase la carretera interamericana.
Los Renacientes viven ahí. Quieren transformar su realidad y trabajar por otra Colombia. En su rap, en sus letras, secas, duras, reflejan las consecuencias del conflicto armado sobre la población civil. “Necesitamos comunicar al mundo lo que somos. Se nos acusa de guerrilleros y no lo somos: somos gente del campo, campesinos que vivimos de los alimentos que da la tierra. No tenemos nada que ver con el conflicto”. Mucha gente, hasta en el interior de Colombia, se cuestiona la existencia del problema de la población desplazada, pese a que Naciones Unidas eleva la cifra a más de dos millones de personas.
"Enseñamos rap a los jóvenes, quitamos espacios a la guerra y evitamos que muchos de los niños ingresen en alguno de los actores armados del conflicto. Realizamos talleres musicales, trabajo social, cultural y político. Queremos que nuestros niños se conviertan en voceros del pueblo”, cuentan. “El rap para nosotros supone unión, comunicación, resistencia, empoderamiento, independencia. Es un espacio de creación, lúdico, pero también de incidencia política: es un mecanismo para recordar nuestra memoria y de donde venimos”.
“Queremos ver una Colombia libre, sin viudas, sin húerfanos, sin hambre. Donde podamos vivir tranquilamente sin la preocupación de que a la vuelta de la esquina me peguen un tiro. Creemos que esta Colombia es posible y por ello cantamos y seguiremos haciendo rap hasta lograrlo”. Y cantan: “La gente pobre es la que siempre matan. Los asesinos felices, en hoteles con buena plata. Esta es la enseñanza del maldito sistema. La gente la miran como el problema. Oh Pacha tierra mama no vamos a callar…”.
En 1997 una operación militar con apoyo de grupos paramilitares atacó a sus comunidades bajo la acusación de dar apoyo a la guerrilla: murieron casi un centenar de personas, brutalmente, con motosierras, a machetazos... Más de 10.000 huyeron de la violencia en la zona. La población damnificada se constituyó en organización, CAVIDA (Comunidades de Autodeterminación y Vida), que desde entonces trabaja para conseguir reparación moral y económica y para retornar a sus tierras. Algunos lo hicieron en 2000 y declararon dos zonas humanitarias, exclusivamente para población civil. Hoy día sigue el hostigamiento porque el gobierno colombiano planea que por sus tierras pase la carretera interamericana.
Los Renacientes viven ahí. Quieren transformar su realidad y trabajar por otra Colombia. En su rap, en sus letras, secas, duras, reflejan las consecuencias del conflicto armado sobre la población civil. “Necesitamos comunicar al mundo lo que somos. Se nos acusa de guerrilleros y no lo somos: somos gente del campo, campesinos que vivimos de los alimentos que da la tierra. No tenemos nada que ver con el conflicto”. Mucha gente, hasta en el interior de Colombia, se cuestiona la existencia del problema de la población desplazada, pese a que Naciones Unidas eleva la cifra a más de dos millones de personas.
"Enseñamos rap a los jóvenes, quitamos espacios a la guerra y evitamos que muchos de los niños ingresen en alguno de los actores armados del conflicto. Realizamos talleres musicales, trabajo social, cultural y político. Queremos que nuestros niños se conviertan en voceros del pueblo”, cuentan. “El rap para nosotros supone unión, comunicación, resistencia, empoderamiento, independencia. Es un espacio de creación, lúdico, pero también de incidencia política: es un mecanismo para recordar nuestra memoria y de donde venimos”.
“Queremos ver una Colombia libre, sin viudas, sin húerfanos, sin hambre. Donde podamos vivir tranquilamente sin la preocupación de que a la vuelta de la esquina me peguen un tiro. Creemos que esta Colombia es posible y por ello cantamos y seguiremos haciendo rap hasta lograrlo”. Y cantan: “La gente pobre es la que siempre matan. Los asesinos felices, en hoteles con buena plata. Esta es la enseñanza del maldito sistema. La gente la miran como el problema. Oh Pacha tierra mama no vamos a callar…”.
Etiquetas: Comunicación, Guerra y paz
0 Comentarios:
Publicar un comentario
<< Volver a página principal