Entre los Simios

12/5/09

Factor humano

¿Un partido de rugby puede cambiar a un país entero de la noche a la mañana? Estamos en 1995, en la Suráfrica inmediatamente post-apartheid. Nelson Mandela es presidente desde hace un año y apenas cinco años atrás seguía preso. Se acaba de desmantelar uno de los sistemas políticos más aberrantes de la historia moderna, que legalizaba la segregación racial, que clasificaba a las personas según fueran blancas, negras o mestizas. Que obligaba a creer que había un cielo para blancos y otro para negros, que prohibía a los negros estudiar en escuelas y universidades blancas, o hasta coger el mismo autobús y utilizar el mismo baño…

¿Y qué pasa en 1995? Que la nueva Suráfrica democrática y “no racial” alberga la Copa del Mundo de rugby. El equipo surafricano, los Springboks, es un símbolo del viejo país: formado casi íntegramente por afrikaaners de origen boer, sus seguidores son los más identificados con el viejo régimen segregacionista, simpatizantes de la extrema derecha y partidarios de crear un “Israel” para los blancos si el Congreso Nacional Africano de Mandela sigue en el poder. La población negra no entiende ese juego de blancos y prefiere mil veces el fútbol. Hasta animan siempre al rival de los Springboks, para que humille a sus dominadores.

Mandela sabe todo eso pero entiende que la Copa del Mundo es una oportunidad real para unir al país. Utiliza esa competición deportiva para “conquistar” el corazón de los afrikaaners con su carisma personal, sencillez y grandeza moral. Se encasqueta una gorra de los Springboks, se enfunda la camiseta verde y naranja tan odiada por la población negra, conoce personalmente a los miembros del equipo, les sugiere que también canten el himno negro, cosa que hacen a lágrima viva, les dice que todo el país desea su victoria… Que no hay antiguos carceleros ni presos como él ¿Cómo lo hizo? ¿Cómo lo logró?

Es lo que cuenta el espléndido libro El factor humano del periodista John Carlin (EL PAIS). Mediante múltiples testimonios, entrevistas, anécdotas, Carlin narra cómo Suráfrica se transformó ese día, y blancos y negros se fundieron en una sola nación para apoyar a los Springboks. Mandela asumió el poder pero lo hizo sin revanchismos, creando una democracia inclusiva en la que los negros (dominados durante años) no iban ahora a convertirse en dominadores de los afrikaaners sino simplemente en sus conciudadanos. Nacía una nueva Suráfrica que dejaba atrás el odio racial y se mostraba orgullosa tras años de vergüenza internacional. Y el rugby ese día hizo la foto de un país joven, nuevo e ilusionado. A veces la historia se escribe desde los pequeños detalles, desde los sentimientos y el carisma personal, en un estadio de rugby, y no mediante decisiones grandilocuentes y frías desde los despachos del poder.

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