Vergüenza
La semana pasada, uno de los peores sátrapas que conoce el mundo actual, el presidente de Sudán, Omar Al Bashir, recibía una mala noticia: la Corte Penal Internacional (CPI) ordenaba desde La Haya su detención por crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad cometidos en la región del Darfur. Ya era hora.
Según Naciones Unidas, en apenas cinco años casi 300.000 personas habrían muerto en esta zona como resultado de la represión organizada por el Gobierno sudanés y sus milicias contra grupos de rebeldes y la población civil de la región. Tres millones de personas han perdido su hogar y han sido desplazados o malviven como población refugiada en países vecinos, como el Chad.
Al Bashir ha reaccionado acorde con su talla moral y golpeando donde más duele. Ha acusado absurdamente a las ONG humanitarias occidentales que trabajan en la zona, y que ofrecen asistencia humanitaria básica (agua, comida, medicamentos, vacunas y saneamiento) a la población civil, de "colonialistas" y de "colaboracionistas" con el CPI. Las ONG expulsadas son Médicos sin Fronteras, Oxfam Internacional, Acción contra el Hambre, Save The Children y CARE, entre otras.
Es penoso que la pataleta de Al Bashir deje a 2,5 millones de sus conciudadanos (el 80% de la población de la zona) sin asistencia humanitaria, en la que es actualmente la mayor operación humanitaria en marcha en el mundo. ¿Qué gana Al Bashir paralizando una vacunación masiva contra una epidemia de meningits que afecta a niños de campos de desplazados en Darfur? Según Naciones Unidas, su decisión puede ser "devastadora". Uno de los principios humanitarios es la neutralidad, y nadie duda de que, para atender a los que lo necesitan, las ONG humanitarias en la zona se han mostrado y mantenido neutrales, y que no tienen nada que ver con la decisión del CPI.
La expulsión de los actores humanitarios es intolerable porque castiga a miles de personas a no recibir ayuda, una ayuda que necesitan. Se castiga a la población civil (como suele ocurrir) por algo de lo que no son responsables y se instrumentaliza la ayuda humanitaria (una vez más) para presionar burdamente a la comunidad internacional.
Otra historia sería hablar de por qué el CPI actúa ahora contra Al Bashir y no contra otros gobiernos como el israelí, con numerosas acusaciones de crímenes de guerra y contra la humanidad en Gaza o Líbano. Otra historia será observar cómo reaccionan a partir de ahora Rusia y China, aliados de Al Bashir.
+ Comunicado de MSF
+ Comunicado de Oxfam
+ Ficha país de Sudán (MSF)
+ Información actualizada de la zona en Reliefweb (OCHA)
Según Naciones Unidas, en apenas cinco años casi 300.000 personas habrían muerto en esta zona como resultado de la represión organizada por el Gobierno sudanés y sus milicias contra grupos de rebeldes y la población civil de la región. Tres millones de personas han perdido su hogar y han sido desplazados o malviven como población refugiada en países vecinos, como el Chad.
Al Bashir ha reaccionado acorde con su talla moral y golpeando donde más duele. Ha acusado absurdamente a las ONG humanitarias occidentales que trabajan en la zona, y que ofrecen asistencia humanitaria básica (agua, comida, medicamentos, vacunas y saneamiento) a la población civil, de "colonialistas" y de "colaboracionistas" con el CPI. Las ONG expulsadas son Médicos sin Fronteras, Oxfam Internacional, Acción contra el Hambre, Save The Children y CARE, entre otras.
Es penoso que la pataleta de Al Bashir deje a 2,5 millones de sus conciudadanos (el 80% de la población de la zona) sin asistencia humanitaria, en la que es actualmente la mayor operación humanitaria en marcha en el mundo. ¿Qué gana Al Bashir paralizando una vacunación masiva contra una epidemia de meningits que afecta a niños de campos de desplazados en Darfur? Según Naciones Unidas, su decisión puede ser "devastadora". Uno de los principios humanitarios es la neutralidad, y nadie duda de que, para atender a los que lo necesitan, las ONG humanitarias en la zona se han mostrado y mantenido neutrales, y que no tienen nada que ver con la decisión del CPI.
La expulsión de los actores humanitarios es intolerable porque castiga a miles de personas a no recibir ayuda, una ayuda que necesitan. Se castiga a la población civil (como suele ocurrir) por algo de lo que no son responsables y se instrumentaliza la ayuda humanitaria (una vez más) para presionar burdamente a la comunidad internacional.
Otra historia sería hablar de por qué el CPI actúa ahora contra Al Bashir y no contra otros gobiernos como el israelí, con numerosas acusaciones de crímenes de guerra y contra la humanidad en Gaza o Líbano. Otra historia será observar cómo reaccionan a partir de ahora Rusia y China, aliados de Al Bashir.
+ Comunicado de MSF
+ Comunicado de Oxfam
+ Ficha país de Sudán (MSF)
+ Información actualizada de la zona en Reliefweb (OCHA)
Etiquetas: Guerra y paz, Solidaridad y ONG
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