¿Hambre infinita?

Mucho se está escribiendo en los últimos meses sobre la crisis alimentaria global, que agrava la situación de los 850 millones de personas que padecen hambre crónica en todo el planeta, y que amenaza con sumar a tan macabro club a 100 millones de personas más en apenas unos meses.

Que si la culpa la tiene el petróleo y su precio, que si la producción de agrocombustibles, que si es porque India y China modifican sus hábitos alimentarios e incrementan la demanda, que si las sequías e inundaciones acentuadas por el cambio climático, que si las reglas comerciales internacionales... De todo un poco.

Pero creo que algunos olvidan cifras relevantes, que pillo de artículos de Canal Solidario y Diagonal. Así, el estudio anual del SIPRI, prestigioso centro sueco de investigación para la paz, revela que el gasto militar mundial en 2007 fue de 847.000 millones de euros, un 6% superior a 2006, un 45% superior a 1998. España gastó 14.600 millones. Pues bien, la reciente cumbre “de alto nivel” de la FAO (lo de “alto nivel” es suyo) acordó destinar 4.500 millones de euros a combatir el hambre y la actual crisis. La relación entre gasto militar y las aportaciones internacionales para paliar el hambre en el mundo es, pues, de 190 a 1.

Más cifras. Las tres transnacionales de la alimentación y el agrobusiness (Cargill, Bunge y ADM), que controlan el 80% de la comercialización de cereales en el mundo, han aumentado sus beneficios en lo que llevamos de 2008 entre el 55% y el 189%. No está nada mal para una época de crisis...

Está claro que se puede acabar con el hambre. Cuando algunos quieran, los que mandan, el hambre se reducirá. Así de sencillo.