Entre los Simios

11/12/08

Bolivia: diálogo político o violencia

El mes pasado asistí a un curso de buenas prácticas en prevención de conflictos en América Latina organizado por el United Nations System Staff College. En una de la sesiones más interesantes, el ministro de Desarrollo Rural y Medio ambiente de Bolivia, Carlos Romero, y la coordinadora residente de la ONU en Bolivia, Yoriko Yasukawa, explicaron la evolución de la reciente crisis política y cómo, hasta el momento, se han desactivado las dinámicas violentas en el enfrentamiento entre el gobierno y las regiones autonomistas del Oriente boliviano.

Los resultados del referéndum revocatorio promovido por Evo Morales meses atrás dibujaron un panorama todavía más complicado que el anterior a la consulta. Morales se impuso en el 85% de las provincias y en seis de los nueve departamentos. Perdió claramente en dos de los departamentos autonomistas (Santa Cruz y Beni) pero ganó en dos de los considerados departamentos rebeldes (Pando y Chuquisaca). Así, los opositores a Morales se quedaron lejos del objetivo de que la consulta revocatoria minara el poder o la legitimidad del presidente. Pero los resultados provocaron una rápida escalada de la tensión entre los sectores partidarios de Morales en las provincias opositoras y los que apoyaban a los movimientos autonomistas, con episodios violentos hasta llegar al punto de tensión máxima cuando opositores a Morales asesinaron a 20 personas en Pando.

En este momento casi de no retorno, opositores y gobierno decidieron sentarse en una mesa de negociación para hallar una salida no violenta al conflicto, negociaciones que se han ido rompiendo y retomando a lo largo del otoño y que, hoy por hoy, parece que al menos han ayudado a calmar algo los ánimos y a desactivar la violencia. “En este proceso, Bolivia ha llegado a poner en entredicho su viabilidad como Estado y se ha jugado su propia supervivencia”. Son palabras del ministro Carlos Romero, uno de los representantes del gobierno de Evo en las conversaciones con las regiones opositoras. “En sociedades diferenciadas, y la boliviana lo es, es necesario promover democracias de consenso. Y si esto no es posible, lo que cabe siempre y como punto de partida es respetar la institucionalidad y las reglas del juego democrático”, afirma Romero.

Yoriko Yasukawa es la coordinadora residente de Naciones Unidas y el PNUD en Bolivia desde agosto. Ella llegó a La Paz en plena crisis y explica qué rol adoptaron durante la escalada de la tensión. “Desde la comunidad internacional y Naciones Unidas favorecimos siempre la comunicación y el diálogo entre los actores implicados y propusimos cualquier acción favorable a la paz, siempre teniendo presente el respeto a la institucionalidad”. En un septiembre marcado por los hechos violentos de Pando y cuando parecía que la crisis desembocaría en enfrentamiento abierto, Naciones Unidas en Bolivia utilizó los datos de unas encuestas internas que mostraban que la mayoría de la población del país no estaba de acuerdo con los enfrentamientos ni veía justificación alguna al recurso de la violencia.

Yoriko Yasukawa envió estas encuestas a los medios de comunicación para rebajar la tensión social y política y favorecer las posiciones favorables a la negociación, tanto de sectores próximos al gobierno como de opositores: “Fue una decisión que sólo buscaba fortalecer el diálogo y la salida pacífica de la crisis. Fuimos prudentes, pero a la vez supimos utilizar una información que se difundía bajo la representatividad y el peso que nos da ser Naciones Unidas, y esta opción nadie nos la podía negar, ni los unos ni los otros”.

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