Entre los Simios

20/2/05

Ni Sí ni No: abstención

Sin proceso constituyente y sin sujeto constituyente no hay constitución que valga.

Un proceso constituyente expresa, política y jurídicamente, el movimiento de autodeterminación de un sujeto político. Las negociaciones de un grupo de 105 burócratas, representantes de las instituciones estatales y comunitarias, por más que se llame “Convención”, no tiene nada que ver con un proceso constituyente, ni siquiera con un proceso realmente democrático.

La llamada Constitución europea es sólo un tratado más por el que “se instituye” un texto que asume la mayor parte del acervo comunitario (Tratados, reglamentos, directivas, etc), elaborado desde 1952 en las sucesivas etapas de la construcción de un bloque capitalista europeo. Leer más...


Por mandato del Consejo Europeo de Laeken (Bélgica) en Diciembre de 2001, se constituyó un grupo de trabajo llamado “Convención” con el objetivo de actualizar y unificar la legalidad contenida en cincuenta años de “Tratados”. Tras quince meses de debates, dicha convención consensuó un “Proyecto de Tratado por el que se instituye una Constitución para Europa”. El texto, que fue aprobado por amplia mayoría en el Consejo Europeo de Salónica el 20/06/03 y firmado en Roma por los 25 estados miembros de la UE, el 20 de Octubre de 2004, se inicia, en su preámbulo, con una cita de Tucídides: “Nuestra Constitución... se llama democracia porque el poder no está en manos de unos pocos sino de la mayoría”.

La UE establece como sujetos políticos a los ciudadanos y a los estados. Al hacerlo, excluye a los pueblos, a las nacionalidades sin estado y a cualquier proceso de autodeterminación que pudiera llegar a constituir un nuevo estado, a pesar de ser los movimientos populares en pro del derecho de autodeterminación parte fundamental de los movimientos sociales con vocación constituyente en Europa.

Otorgar a los estados la categoría de sujeto constituyente, es una proposición vacía de contenido teórico, que choca con la teoría política de la democracia y con los fundamentos del derecho constitucional moderno. Un estado puede suscribir tratados con otros estados, pero no puede ser sujeto de una Constitución política.

En las democracias de mercado, las constituciones expresan, nominalmente, la voluntad de un sujeto, el pueblo, invocado a partir que se autodetermina como nación. El Estado es la forma política que asume la representación de la totalidad social frente al ciudadano particular y las agrupaciones de intereses que, por acatar la legitimidad de dicho estado, teóricamente, reciben protección de él a través de un sistema de normas y garantías cuyo fundamento es la Constitución. Aunque en la realidad, la participación directa de la ciudadanía como expresión del poder constituyente cristalizado en la Constitución, está reducida a la emisión de un voto periódico, socialmente condicionado por poderosos instrumentos de coacción material y simbólica para elegir a “los que hacen la política” desde fuera de la sociedad y sin sujeción alguna al mandato imperativo.

Sin proceso constituyente y sin sujeto constituyente no hay constitución que valga. Un proceso constituyente expresa, política y jurídicamente, el movimiento de autodeterminación de un sujeto político. Las negociaciones de un grupo de 105 burócratas, representantes de las instituciones estatales y comunitarias, por más que se llame “Convención”, no tiene nada que ver con un proceso constituyente, ni siquiera con un proceso realmente democrático.

Las únicas normas constitutivas del espacio plurinacional y pluriestatal europeo, son las condiciones de política económica y monetaria para la verdadera unificación europea, que es la moneda única, el euro. En rigor, el único sujeto constituyente de la Unión Europea es el dinero. Con el euro, el Capital consigue un lenguaje único, un espacio para moverse libremente, limitando las distorsiones que originan las diferencias en los precios. Sobre todo, en los precios del dinero (tipos de interés), así como las devaluaciones competitivas que propician monedas diversas.

La cuestión es: ¿Constitución de qué? ¿Qué o quién “se” constituye? ¿Cuál o quién es el sujeto de soberanía? ¿Dónde radica el poder constituyente de esta “Constitución”? La respuesta inequívoca es: Constitución del Capital Europeo.

La “Constitución Europea” da el protagonismo a una sustancia abstracta, el Capital, cuyo poder constituyente, en cada momento, es simétrico al grado de sometimiento que consigue ejercer sobre l@s trabajador@s, las mujeres y los pueblos. Los Estados son su verdadero instrumento de dominio. Por eso, por mucha retórica europeísta que contenga el tratado “constitucional”, el Capital Europeo no los puede perder.

El verdadero sujeto de soberanía en la Unión Europea, el Capital, se legitima democráticamente, en última instancia, por el apoyo o el consentimiento de un ciudadano activado hasta el frenesí en el consumo y paralizado hasta el descompromiso en la participación política. Es decir, por la inexistencia de procesos de autodeterminación de los sujetos explotados y oprimidos por el capital.

El proceso constituyente del capital europeo, sin mas enemigo real que sus propias contradicciones internas y la competencia con otros bloques capitalistas, progresa succionando la fuerza vital de trabajadores, mujeres, inmigrantes y de la totalidad de las relaciones sociales, a las que incorpora a su propia lógica de valorización y competitividad. Las resistencias sociales son múltiples, pero dispersas e impotentes para interrumpir este proceso.

La inestabilidad por la guerra de Irak está elevando el precio del petróleo, lo que, paradójicamente, querían evitar EE UU y la UE con la agresión a los pueblos de Oriente Medio y Asia Central. Este factor, junto a la debilidad del ciclo económico en Francia y Alemania, hace que el proceso europeo sea insostenible sin degradar las condiciones laborales, la protección social y las libertades.

El imperialismo unilateralista de EE UU se ha convertido en el principal instrumento de articulación de las relaciones internacionales. Esto supone la guerra, las invasiones y ocupaciones, con sus efectos de matanzas y destrucción, como base de la gobernabilidad a escala mundial.

EN DEFENSA DE LOS DERECHOS SOCIALES, LA DEMOCRACIA Y EL DERECHO DE AUTODETERMINACIÓN. NO A LA CONSTITUCIÓN EUROPEA. LO QUE MAS LES DUELE: NO VAYAS A VOTAR.

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