Entre los Simios

17/7/08

Mujer en Brasil

Valdênia Aparecida Paulino es una mujer brasileña pequeñita en lo físico pero muy grande en razones morales y capacidad de lucha. Colabora con Amnistía Internacional en el gran Sao Paulo, trabajando con mujeres y jóvenes para denunciar violaciones de los derechos humanos a las comunidades socialmente excluidas. Su trabajo se centra en la investigación y documentación de casos de violaciones de derechos humanos por parte de oficiales de policía, casos que incluyen tortura, ejecuciones extrajudiciales y extorsión.

Aunque me cuenta que Brasil es un país machista y esto afecta a todas las clases sociales, está claro que las mujeres que ya viven bajo contextos de pobreza, en las favelas y cinturones de miseria de las grandes urbes brasileñas, ven empeorar su situación y sufren muchos niveles de violencia. Primero son víctimas de una violencia estructural, que golpea a toda la sociedad por igual y que bebe de las carencias del Estado brasileño en cuestiones como la sanidad pública o el sistema educativo.

Pero luego las golpea también la violencia física, la machista, en el mismo ámbito familiar y por parte de la pareja, con un gran protagonismo del alcoholismo. Y existe otro tipo de violencia, más oculta, más incómoda.

Valdênia afirma que la presencia del poder público y del Estado brasileño en las favelas se percibe lejana y muchas veces se limita a la aparición de los cuerpos policiales... “El único contacto de la gente de las favelas con el gobierno son las esporádicas incursiones policiales militarizadas, que suelen culminar con episodios violentos”. Así, quienes teóricamente deben velar por la seguridad, son los que también muchas veces cometen abusos de derechos humanos, torturas, agresiones sexuales... Sin esta presencia efectiva del Estado, los señores de la droga y los grupos criminales “son la ley” y también cometen abusos con impunidad. Sigue leyendo...

Amnistía Internacional detalla en un interesantísimo informe, "Nosotras recogemos los platos rotos" la terrible experiencia de la violencia urbana para las mujeres del Brasil y califica la situación de “catastrófica”. Este informe se basa en entrevistas realizadas a mujeres de seis estados del Brasil entre 2006 y 2007 y demuestra que la violencia que sufren las mujeres viene de todas partes, es múltiple y es tal que muchas de ellas sufren graves problemas psicológicos. Pero los efectos de la violencia no se quedan en la mujer. Van más allá, se notan en la comunidad entera y afectan a la prestación de servicios básicos como la atención de la salud o la educación.

Pese a la dificuldad de su trabajo, y a las amenazas y asedio que reciben, las organizaciones de mujeres brasileñas se movilizan activamente desde hace años y se articulan local e internacionalmente para denunciar los abusos contra las mujeres y su situación, y también formulando propuestas activas de cambio social.

Algunas frases más de la activista:

“Como mujeres defensoras de los derechos humanos, sufrimos una violencia física y verbal más cruel y fuerte que si fuéramos hombres. A mi me amenazan y me llaman puta, a mi compañero abogado le amenazan pero no le insultan”


“En muchas favelas los señores de la droga, los criminales, castigan y protegen, y utilizan a las mujeres como trofeos u objetos de intercambio”

“Estas mujeres sufren doblemente, porque luego hay que añadir los problemas para conseguir un acceso equitativo a la justicia y encontrar vías de reparación... Cuando sufren cacheos arbitrarios, violencia directa o sus hijos o parejas son asesinados por grupos criminales o por la policía, las mujeres tienen muy complicado accionar los sistemas de justicia”.

“Las mujeres brasileñas, sus organizaciones, tienen muchos frentes abiertos. Lo que planteamos es un cambio global, para el conjunto de la sociedad, no para crear un machismo a la inversa sino una nueva realidad social más inclusiva”.

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