Jóvenes en Addis
Primeras sensaciones tras regresar de Etiopía. Es un país hospitalario, amable, abierto, luminoso, ruidoso, que ofrece al visitante las dos caras de África. La de la pobreza extrema, la de la miseria, la del hambre. Pero también la de la juventud, la de la sociedad civil que poco a poco se va organizando, la de algo que nace y se va construyendo. La del futuro, que les pertenece.
Te sorprende la cantidad de carreteras que están en construcción en el país. Recorremos más de 400 km hacia el norte, hacia Dessie y una woreda cercana en las montañas, a unos 3.500 metros de altura. Y en las 12 horas de trayecto por carretera, nunca transcurren más de 15-30 minutos sin topar con un piquete de obreros trabajando en la carretera, grúas, camiones, sacos de arena…
Los ingenieros chinos son omnipresentes en cada grupo. Es una muestra más del desembarco económico chino en África de los últimos años. Son los que construyen carreteras, los que importan materias primas, los que visten a la población con sus tejidos y zapatos baratos. Algo se mueve, algo que será grande.
En Addis visitamos dos organizaciones de jóvenes. Una trabaja para la prevención del VIH/sida entre la población joven, con información, educación sexual y reproductiva. La otra es un centro de día para niños y niñas huérfanos de padres víctimas del sida. El centro cultiva un huerto para hierbas medicinales y flor ornamental. Los jóvenes nos explican con entusiasmo su trabajo. Se les ve fuertes, con determinación y convencidos de su tarea.
Nos ofrecen café con su ceremonia tradicional (¡qué sencilla y a la vez bonita ceremonia!). Hablamos y nos reímos. Oscurece y nos esperan en otra parte pero ahí seguimos, bailando esos ritmos alegres que retratan sin compasión al occidental patoso. Sin prisas, sin tiempo.
África es joven, y eso es muy importante para el largo camino que va a recorrer en las próximas décadas.
Te sorprende la cantidad de carreteras que están en construcción en el país. Recorremos más de 400 km hacia el norte, hacia Dessie y una woreda cercana en las montañas, a unos 3.500 metros de altura. Y en las 12 horas de trayecto por carretera, nunca transcurren más de 15-30 minutos sin topar con un piquete de obreros trabajando en la carretera, grúas, camiones, sacos de arena…
Los ingenieros chinos son omnipresentes en cada grupo. Es una muestra más del desembarco económico chino en África de los últimos años. Son los que construyen carreteras, los que importan materias primas, los que visten a la población con sus tejidos y zapatos baratos. Algo se mueve, algo que será grande.
En Addis visitamos dos organizaciones de jóvenes. Una trabaja para la prevención del VIH/sida entre la población joven, con información, educación sexual y reproductiva. La otra es un centro de día para niños y niñas huérfanos de padres víctimas del sida. El centro cultiva un huerto para hierbas medicinales y flor ornamental. Los jóvenes nos explican con entusiasmo su trabajo. Se les ve fuertes, con determinación y convencidos de su tarea.
Nos ofrecen café con su ceremonia tradicional (¡qué sencilla y a la vez bonita ceremonia!). Hablamos y nos reímos. Oscurece y nos esperan en otra parte pero ahí seguimos, bailando esos ritmos alegres que retratan sin compasión al occidental patoso. Sin prisas, sin tiempo.
África es joven, y eso es muy importante para el largo camino que va a recorrer en las próximas décadas.
Etiquetas: Solidaridad y ONG
2 Comentarios:
Ya que sacas el tema... me siento completamente incapaz de imaginar cómo será político-económicamente el planeta dentro de 50 años...
anotó Anónimo, a las 5:27 p. m.
Anda, ni yo... Pero aunque por demografía, China y África serán protagonistas. Aunque no sé si por cosas buenas o malas...
anotó Dani Vilaró, a las 8:13 p. m.
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