Barcelona se apaga...

La ciudad en la que vivo, Barcelona, ha sufrido una semana horrible. El lunes una avería eléctrica dejaba sin luz a más de 350.000 abonados (mínimo entre medio millón y un millón de personas).

Tres días después aún quedan personas sin suministro. Y los que tenemos luz, somos conscientes de la precariedad de la situación (enormes grupos electrógenos en las esquinas, cortes intermitentes...).

Ya se ha escrito mucho pero creo que es bueno recapitular e intentar extraer algo de esta gran mierda. Sólo nos queda el pataleo. Ahí va:

Cosas que no se entienden:

- Que la caída de un cable provoque este caos en una de las ciudades más importantes de Europa, en 2007.
- Que las dos compañías eléctricas involucradas en el accidente se lancen las culpas mutuamente y no asuman responsabilidades.
- Que las administraciones públicas (municipal, autonómica, estatal) se indignen de boquilla, se pongan del lado del sufrido ciudadano, pero a la hora de la verdad no penalicen económicamente a los responsables, que son las eléctricas.
- Que en mi barrio, Sagrada Familia, uno de los más afectados, el monumento de Gaudí esté iluminado toda la noche (cuando ya no hay visitas) mientras en muchos de sus inmuebles vecinos familias enteras pasan su segunda noche sin suministro.
- Que ayer el ayuntamiento celebrara los 15 años de los JJ OO de Barcelona con una fiesta en el Anillo Olímpico mientras muchos habitantes de esta ciudad seguían sin luz y sufriendo una situación indigna.

Por segunda vez en poco tiempo (después de lo del Carmel), vivir en esta ciudad me ha provocado un sentimiento de rabia y de vergüenza. Uno ya empieza a tener cierta perspectiva y es un hecho indudable que en los últimos tiempos Barcelona sigue una peligrosa dinámica negativa. Aunque, paradójicamente, reciba más turistas que nunca.

¿Alguien hará algo? ¿O Barcelona, y sus habitantes con ella, nos iremos todos a la mierda? Nos habían hecho creer que vivíamos en la ciudad ideal, bella, cosmopolita, fashion, divertida, noctámbula, europea... Pero vivimos en la oscuridad. O peor aún: en una vanidosa ceguera...