El libro de Jordi Raich
Bueno, finalmente pude terminar el libro de Jordi Raich, El Espejismo Humanitario. Y aunque me lo cargué en un post anterior justo cuando empecé a leerlo, al final el libro fue más interesante (exceptuando sus batallitas y aventuritas, auténticamente insoportables en determinados pasajes de la obra).
La reflexión de por qué los humanitarios tienen ese halo de santidad y esa bula para hacer o decir cualquier cosa sin ser criticados es acertada. Es que es verdad: no tiene sentido que los humanitarios, las ONG, se muevan por ahí instaladas en la adulación de la sociedad que las ha creado, la sociedad opulenta de Occidente. Pero es así y especialmente en Navidad lo sufrimos, cuando todo el mundo se apunta a la solidaridad, a la causa de los otros, y las ONG se dejan querer (cuenta corriente mediante, claro). Porque, como dice Raich, estar en una ONG es un trabajo como cualquier otro. Donde habrá honestos y deshonestos, trabajadores y vagos, cabrones y buenas personas. Nunca he entendido que las ONG se muevan en el acriticismo. Es suicida.
Y más cuando los movimientos sociales, emancipadores (no las ONG, que aunque se apunten a la moda de los Foros Sociales son otra cosa), están desbordando a los humanitarios por ganas, esfuerzo transformador, juventud, internacionalismo... Hoy los jóvenes ya no se apuntan a las ONG, y sí a los movimientos de transformación social que viajan en lo antiglobalización. Quizás muchas ONG que ya funcionan como una empresa deberían preguntarse porque está ocurriendo esto. Por qué de santos románticos desprendidos, se están convirtiendo en una pieza más del juego y del sistema que genera pobreza eterna y subdesarrollo.
Bien por Raich y algunas de sus reflexiones. Aunque me atrevo a lanzarle una recomendación: más análisis, menos batallitas.
La reflexión de por qué los humanitarios tienen ese halo de santidad y esa bula para hacer o decir cualquier cosa sin ser criticados es acertada. Es que es verdad: no tiene sentido que los humanitarios, las ONG, se muevan por ahí instaladas en la adulación de la sociedad que las ha creado, la sociedad opulenta de Occidente. Pero es así y especialmente en Navidad lo sufrimos, cuando todo el mundo se apunta a la solidaridad, a la causa de los otros, y las ONG se dejan querer (cuenta corriente mediante, claro). Porque, como dice Raich, estar en una ONG es un trabajo como cualquier otro. Donde habrá honestos y deshonestos, trabajadores y vagos, cabrones y buenas personas. Nunca he entendido que las ONG se muevan en el acriticismo. Es suicida.
Y más cuando los movimientos sociales, emancipadores (no las ONG, que aunque se apunten a la moda de los Foros Sociales son otra cosa), están desbordando a los humanitarios por ganas, esfuerzo transformador, juventud, internacionalismo... Hoy los jóvenes ya no se apuntan a las ONG, y sí a los movimientos de transformación social que viajan en lo antiglobalización. Quizás muchas ONG que ya funcionan como una empresa deberían preguntarse porque está ocurriendo esto. Por qué de santos románticos desprendidos, se están convirtiendo en una pieza más del juego y del sistema que genera pobreza eterna y subdesarrollo.
Bien por Raich y algunas de sus reflexiones. Aunque me atrevo a lanzarle una recomendación: más análisis, menos batallitas.
Etiquetas: Libros, Solidaridad y ONG
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